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lunes, 11 de julio de 2011

La chica del río.

El frío le congelaba los huesos agitándole cada vez más sus latidos. No importaba si se ahogaba, tenía que salvar a la chica que vio entrar al rió y no salir más. Todavía no entendía porque lo había echo, parecía vestida para una fiesta con un vestido corto blanco y zapatos de tacón. Su cabello estaba recogido con un broche muy singular, ese fue el detalle que le llamó la atención a James ya que con el destello del sol generaba un destello bastante notable para alguien que estuviera cerca. Al verla  la contempló encandecido, era muy hermosa, una muchacha de no más de 17 años, con rasgos de niña todavía en su cara pero con un cuerpo bastante formado, como una adulta; una realmente atractiva. Pero la situación se tornó irracional cuando James notó que la joven entraba al río cada vez más adentro sin importarle su vida. Casi como un reflejo él se tiró al agua para salvarla. A pesar de sus intentos nunca pudo llegar a ella. Al salir de las aguas congeladas fue directo al pueblo cercano al bosque por ayuda, tal vez era inútil pero no podía quedarse sin intentar algo más para salvarla. Nadie le brindo ayuda alguna, y hasta tomaba el problema como algo que sucedía todos los días. Cansado de buscar alguien que lo ayude, entró a un negocio, una tienda de anzuelos, donde una chica le explicó el porque de que nadie lo ayudara.  - Según la leyenda del pueblo, en 1985 se realizó una celebración por el año nuevo aquí. Una muchacha se escapo de sus padres para ir con su amado al río y juntos nadar bajo la luz del atardecer. Pero algo sucedió, todavía no se sabe como, pero el joven se ahogó frente a su amada que no pudo hacer nada por rescatarlo. Su cuerpo nunca apareció, y ella cayó en la locura suicidándose a pocos días de la tragedia. Muchos viajeros, como tú, que pasan por ese río ven a una muchacha de elegante vestido, que entra a las profundas aguas. Lo que no saben es que esa escena se repite todos los atardeceres desde 1985. La pobre sigue buscando a su novio ahogado. - Dijo la vendedora mientras le mostraba, al viajero, una foto de la muchacha, donde lucía ese exótico broche que lo había atraído desde un principio.

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