Destiempos.

No podía creer lo que había echo. El envase de calmantes estaba vacío y las pastillas ahora se encontraban en su estómago amenazando lentamente su vida. En su conciencia sabía que lo que había echo estaba totalmente mal, pero no quería continuar con su vida. Le parecía que el concepto de vivir era un absurdo sin su hija. Su Mimí, como le decía ella, había entrado en un coma profundo hacía ya dos años. Los médicos perdieron las esperanzas, y ese mismo día a la mañana le informaron la mala noticia. " No se puede hacer nada más lo sentimos mucho " fueron las palabras que no paraban de resonar en su cabeza forzándola a tomar una decisión fatal, suicidarse. 
Su cuerpo le pesaba el doble de lo normal. Sus ojos se dilataban impidiéndole ver con claridad. Las pastillas estaban haciendo efecto sin dudas. Con un esfuerzo sobrehumano, se recostó sobre su sofá, en espera de la oscuridad total. Cuando cree haberse muerto el teléfono la despierta arrastrándola una vez más a la realidad. Era su madre llorando de alegría. No puede levantarse de su posición, el cuerpo ya no le responde, sólo logra oír una voz a lo lejos proveniente de la máquina contestadora. " Juana, por dios, donde quieras que estés, ocurrió un milagro, Mimí ... Juana ... ¡Mimí despertó!. Juana si estas ahí contesta por el amor de dios. Los médicos no lo pueden creer, me dijeron que los papeles que firmaste esta mañana sobre la desconección de Mimí no tienen importancia ya. Es increíble lo que sucedió. Juana por favor cuando escuches esto veni para el hospital, tu hija te esta esperando. " Su debilitado corazón se aceleró al escuchar las palabras de su madre. Necesita llamar a una ambulancia urgentemente aunque lo único que consigue con sus movimientos bruscos sin fuerzas es caerse de su sofá. Las lagrimas le recorrieron las mejillas hasta llegar a su boca seca sin saliva. Los ojos le comenzaron a pesar muchísimo impidiéndole la vision por ultima vez. En su mente solamente pensaba en su hija quien en ese momento descubría el mundo nuevamente.